Empezaré aclarando que no sé sobre pedagogía, ni soy maestra, y mucho menos tengo la verdad absoluta. Lo único que tengo es una experiencia personal que quiero compartir.
Mientras crecía, escuchaba a mis familiares y amigos decir que era casi imposible aprender algo por sí mismos y yo me lo creí. Cuando hace algunos años, alguien me dijo que yo era una persona autodidacta (porque había aprendido algo muy bien sin tener una educación escolarizada o “formal” sobre esa materia), me sentí especial pero también muy tonta, ¿porque no me di cuenta antes?, ¿podría aplicar para trabajar en SPACE X? (chiste de South Park). A lo mejor no.
Como todos, había utilizado el autoaprendizaje en algún momento de la vida y ese mismo método y entusiasmo que usé para aprender a dibujar o entender la mitología de mundos ficticios, también pude aplicarlo para continuar con mi educación y aprender eso que me llamaba la atención pero que sentía que no era lo suficientemente apta o que sólo podría aprenderlo matriculándome en una escuela muy cara.
Así que no me detuve y seguí aprendiendo; y lo que mejor aprendí sobre ser autodidacta fue:
- Identificar un interés
- Buscar herramientas a mi alcance
- Aprender cómo aprendo mejor
- Compartir el mismo interés con otras personas
- Ser constante
1._ Interés
No importa si el tópico parece tonto o complicado: dinosaurios, campañas digitales o programación. Si algo te interesa, busca, investiga y no te detengas. El proceso de aprendizaje no siempre es placentero y a veces hasta será aburrido, pero si el interés se mantiene, es mucho más probable que sea constante.
2._ Herramientas.
El internet es tu amigo, pero eso ya lo sabías. Hay foros, cursos, tutoriales, herramientas, hasta tik toks con información que puede ser valor para aprender algo nuevo de lo que sea que se esté buscando: cocina, mercadotecnia, tecnología, arte, ciencias.
Eso no significa que alguien pueda titularse como médico y esté listo para operar a otra persona porque vió muchos tutoriales en youtube. Pero lo que sí hace el internet, es brindar acceso a las guías que nos puedan ayudar a tomar las riendas de nuestra educación y saciar la curiosidad sobre algún tema en específico.
Pero el internet también es traicionero; es importante ubicar fuentes de información confiables. No tomemos nada por absoluto. Tampoco confíes en esta entrada de blog, cuestiona todo.
3._ Aprende a aprender.
Más información no significa más conocimiento. Ya que se tiene acceso a las herramientas, ahora sí es hora de aprender y para eso se necesita autoconocimiento. Todos somos diferentes, tenemos nuestra forma particular de procesar la información (no memorizar).
Por ejemplo, aunque sean muy populares, a mi no me gustan los podcast o los audiolibros, pero sí disfruto mucho de leer o ver videos, porque sé que así recuerdo más fácil las cosas y puedo relacionar las imágenes y letras con los conceptos. Leer o escuchar, escribirlo, repetir en voz alta y sobre todo tratar de ponerlo en práctica.
Aunque me llegue a considerar experta en algo, no lo sé todo, además de que hay cosas que ni siquiera sé que no sé (y no sé si debería saber). Aceptar eso me ayuda a mantener la mente abierta y seguir investigando cuando algo me interesa.
4._ Compartir.
Cuando trabajaba en una oficina, mi recorrido diario era pasar frente a un muro que tenía un enorme cartel con una frase que siempre recordaré: “El conocimiento no sirve de nada, si no se comparte”.
Nada surge de la nada y somos seres sociales (aunque no todas las personas sean de nuestro agrado). Ese libro o tutorial que vas a leer, lo escribió alguien; ese video o podcast lo hizo alguien que se encargó de digerir los temas para poder transmitirlo. Podemos creer que ya tenemos dominado un tema, pero si compartimos y preguntamos, alguien podría identificar algo que no estamos viendo, o encontrar una aplicación diferente para ese conocimiento.
Se supone que esa es la labor que debe cumplir la escuela, compartir conocimiento del maestro con sus alumnos y que ellos aprendan de él. Si no se tiene al mejor maestro, busca a alguien que pueda guiarte, pueden ser tus compañeros o un grupo de desconocidos en algún foro en internet. Es muy satisfactorio encontrar personas que nos inspiren para seguir aprendiendo y con las que podamos intercambiar ideas.
Ser autodidacta no es igual a no depender de nada, ni de nadie. Se necesita una brújula y sólo espero algún día ser tan buena como las personas que admiro.
5._ Ser constante
Esto es lo que más trabajo me ha costado. Tuve que entender que aunque digan que tengo “una carrera profesional” no siempre se trata de aprender algo antes que los demás y que debo seguir mi propio ritmo.
Una recomendación que recibí de uno de mis maestros fue: “tómate tu tiempo, pero sé constante”. Y él tenía razón, formar un hábito requiere de tiempo y forjar disciplina no es fácil al inicio, pero si se hace todos los días, al final es más sencillo. Ahora no sé si Bojack Horseman también tuvo al mismo maestro:
Bonus: Mitos sobre ser autodidacta.
Para ser autodidacta hay que tener mucho dinero.
No voy a profundizar en la abismal brecha de desigualdad que hay en América Latina; pero como persona que creció sólo con los servicios básicos, puedo contar que mis primeras herramientas fueron la biblioteca escolar y pública, revistas y PDFs que nos prestamos entre varios amigos o que leía gratis en las librerías fingiendo que podía adquirirla.
No siempre hay que pagar la matrícula cara, o comprar el libro ladrillo a meses sin intereses, siempre hay una opción para la comunidad en algún lugar (como dije, internet es tu amigo).
Ser autodidacta te hará millonario.
Más educación no siempre significa más dinero. Hay un montón de factores que intervienen en la percepción de ingresos monetarios. Cuando acepté esto, me animé a investigar y aprender otras cosas que me interesaban, pero como pensaba que no me harían crecer en mi trabajo de ese entonces como Analista, no les dedicaba tiempo.
Es verdad que se puede decidir para qué queremos aprender algo: puede ser para solo pasar un examen, para tener un mejor trabajo o solo para adquirir conocimiento que nos ayudará a sobrevivir. Así me dí una oportunidad con las letras, la filosofía y bases de datos (porque me gusta acomodar numeritos).
Tal vez no sea experta en Física Cuántica y solo tenga en mi cabeza un montón de conocimiento random y metodologías que no van a salvar a la humanidad; pero algunas de esas cosas que aprendí en mis ratos libres, las he podido usar para crear conexiones y entender temas complejos del trabajo y de mi vida diaria.
Y quién sabe, tal vez saber cuántos años viven las gallinas me será de utilidad en algún momento, al menos para divertirme.